Presentación
Con la propuesta de reunir conocimientos y
saberes de distintos lugares y con los integrantes formados en diversos lugares,
se reúne un grupo de especialistas con la idea de comenzar a dejar escritos unas
primeras conclusiones. Las preguntas que se piensan como disparadoras son:
¿Qué es un jugador inteligente? y ¿Qué es un
entrenador inteligente?
Objetivos del estudio:
1)
Definir los conceptos de jugador y entrenador inteligente
2)
Analizar las diferentes perspectivas de donde se mira
3)
Conocer los saberes previos que se poseen
4)
Desarrollar una conclusión sobre los términos elegidos.
Si queremos jugadores inteligentes
necesitamos de entrenadores inteligentes y esto va a llevar a entrenamientos
que generen esa inteligencia que estamos buscando en los mismos.
Nos estamos cuestionando sobre la
inteligencia, pero ¿Qué es la inteligencia? Y según el diccionario de la Real
Academia Española nos dice:
“La inteligencia es la capacidad de entender,
razonar, tomar decisiones, resolver problemas y formarse una idea determinada
de la realidad”.
En cada institución ¿se da preponderancia
hacia el desarrollo de una inteligencia determinada con respecto a otras en la
formación de los jugadores/as de su respectivo club? ¿Dependerá desde que
perspectiva se paren los formadores de esas instituciones variará el desarrollo
hacia una/s inteligencia/s?
Una de esas perspectivas sería la del marco
teórico de Daniel Goleman sobre inteligencia emocional. Aplicándolo al rugby podría
traer buenos resultados.
Además de la inteligencia emocional, estaría
interesante también investigar otros conceptos como son: las inteligencias
múltiples planteadas por Howard Gardner en la perspectiva de la psicología
cognitiva y la inteligencia motriz.
Inteligencias múltiples de Howard Gardner
La llamada revolución cognitiva desarrollada
en los años de 1950 en adelante para contrarrestar toda la oleada del momento
de la teoría del conductismo. Donde la inteligencia se media a través de una
prueba psicométrico donde se obtenía el llamado “Coeficiente intelectual o
C.I.”.
Dentro de esta perspectiva es donde se lo
ubica a Howard Gardner con su teoría de las inteligencias múltiples. Howard
Gardner (1983) produce una reconceptualización en donde propone explicar las
bases de las diferencias individuales en la inteligencia.
Gardner tiene dos definiciones de la
inteligencia:
“Es la capacidad de resolver problemas o de
crear productos que son valorados en uno o más contextos culturales” (1983), y
“Es un potencial biopsicológico para procesar
información que se puede activar en un marco cultural para resolver problemas o
crear productos que tienen valor para una cultura”. (1999).
Teniendo en cuenta la segunda definición que
realiza Gardner (1999) nos indicaría que:
Un jugador inteligente es aquel que posee
un potencial biopsicológico para procesar información, predominio hacia la
inteligencia táctica, que se activa en un marco cultural como es el rugby para
resolver problemas que se le presenta en las diferentes situaciones del juego.
Mientras que un entrenador inteligente
es aquel que posee un potencial biopsicológico para procesar información que se
activa en un marco cultural para resolver problemas.
Según esta teoría, todas las personas disponemos de varios tipos de
inteligencia, necesarias para nuestro desarrollo personal, aunque no todas
ellas se desarrollan del mismo modo en las personas.
Debido a la herencia, adiestramiento
prematuro o la interacción entre estos factores, algunos individuos desarrollan
determinadas inteligencias en mayor grado que los demás, pero todo individuo
debiera desarrollar cada inteligencia en cierta medida, aunque sólo tuviera una
oportunidad modesta para hacerlo.
En el caso del entrenador tendría que
sobrevalorar el desarrollo de las inteligencias intrapersonal e interpersonal,
para poder entregarle todo lo mejor a sus jugadores.
Por eso en cuanto a la enseñanza como
entrenador debo tener en cuenta la utilización de distintas estrategias,
materiales, y recursos didácticos que cubran los perfiles de inteligencia de
nuestros jugadores/alumnos que facilitarán su aprendizaje.
Inteligencia motriz
Las acciones motrices trasladan a los
protagonistas a un entramado complejo de relaciones cargadas de enriquecedores
aprendizajes, sentimientos, emociones y consecuencias sobre su formación
motriz, afectiva, cognitiva, social y cultural.
Las acciones motrices producen una activación
de un amplio rango de propiedades sistémicas que merecen ser identificadas y
estudiadas en aras de promover una actividad física optimizante.
De esta idea nos preguntamos: ¿Hasta qué
punto la experiencia personal y deportiva del entrenador no va a ser
determinante para que se elijan unas situaciones motrices y se desestime otro
tipo de prácticas motrices?
La praxiología motriz o ciencia de la acción
motriz tiene como objeto de estudio las leyes, las regularidades y los
mecanismos de funcionamiento que se desencadenan en cualquier práctica motriz.
La lógica interna de un juego exige a
cualquier protagonista que tenga que relacionarse de un modo singular con los
jugadores (colaborando u oponiéndose), con el material (manipulando los objetos
de un modo concreto), con el espacio (usando racionalmente las zonas no
permitidas, los espacios de marcas …) y con el tiempo (ajustando las acciones a
las secuencias temporales, a la forma de finalizar la partida).
Todas estas relaciones internas y sus
consecuencias práxicas es lo que se denomina lógica interna. Como resultado
observable y emergente de la lógica interna de cualquier práctica motriz,
aparecen las acciones motrices como patear, traccionar, empujar, correr,
saltar, etc. Las reglas del juego son las que establecen los límites a respetar
para poder participar, dentro de los cuales se genera un orden o lógica interna
que deber ser descubierta.
El estudio de la acción motriz es el objeto
central de la praxiología motriz creada por Pierre Parlebas, quien es el
responsable de crear la noción de conducta motriz.
La conducta motriz es la secuencia de
respuestas motrices con nombre y apellido asociada a una determinada persona,
entendiendo su actuar de forma unitaria y global por referirse tanto a sus
emociones, como a sus sentimientos, deseos y motivaciones.
A través de sus conductas motrices toda
persona expresa, de modo consciente o inconsciente, buena parte de su historia
personal, de sus miedos, de sus alegrías, al fin y al cabo, la forma de sentir
la vida.
Por lo tanto, la conducta motriz es la manera
personalizada de llevar a cabo las acciones motrices asociadas al juego. Esta
conducta refleja desde la motricidad la dimensión cognitiva, afectiva y
relacional de la persona que la realiza; remite a la totalidad del ser humano.
Pregunta que nos surge: ¿El entrenador es
un observador avezado de las conductas motrices de sus jugadores? ¿Qué ve?
Emoción
¿Qué es una emoción? Una emoción es un proceso que ocurre cuando
detectamos que algo importante para nuestro bienestar está ocurriendo o por
ocurrir. Este proceso está influenciado por nuestras evaluaciones y tiene un
impacto en el cuerpo y mente.
Características
Duración breve
Inicio rápido
Componente físico. Experiencia fisiológica
característica, cambios en el ritmo cardíaco, transpiración, flujo sanguíneo y
temperatura corporal.
Espontánea, sin desearlo, sin control.
¿Cuáles son sus funciones?
Salvar nuestra vida en una emergencia
Motivarnos a la acción, iniciar una conducta.
Esencial para establecer relaciones
(contribuyen a conectarnos con los demás)
Comunicación, signos en la voz y en
expresiones faciales
Cohesión social
Las emociones condicionan el modo en que cada
uno de nosotros vivimos las diversas situaciones que configuran nuestra vida
cotidiana. La emoción constituye la primera respuesta adaptativa a nuestra
relación afectiva con el mundo. La emoción prepara nuestro organismo para la
acción, su aparición es abrupta, instantánea, expresándose mediante
manifestaciones físicas tangibles: agresividad, palpitaciones, excitación, etc.
Por todo lo expuesto es que la enseñanza de
la regulación emocional en el deporte se convierte en un tema muy importante
para aquellas personas que esperen dedicarse a la enseñanza deportiva como
agentes iniciadores en el aprendizaje del deporte.
El tratamiento pedagógico de las emociones,
que surge en el marco de los procesos de iniciación deportiva, adquiere incluso
un plano de preeminencia superior al aprendizaje de las propias destrezas
deportivas exigidas.
Parlebas (2000) nos indica lo siguiente: “La
afectividad es la clave de las conductas motrices”.
Al colocar la noción de conducta motriz,
estamos poniendo en el centro a toda la personalidad del jugador cuando actúa y
mueve su cuerpo. Vale recordar que el concepto de conducta motriz está asociado
a una óptica individual y sería mejor reemplazarlo por el concepto de acción
motriz, que es una visión más general.
Ya que toma la realización técnica de tipo
orgánico y motor, dentro del marco de una acción subordinada a una determinada
intención, a un sentido. La persona mientras participa trata de resolver
problemas ligados al contexto físico y/o humano. Esta forma permite el
desarrollo de una inteligencia singular por su pertinencia motriz, que es la
llamada inteligencia motriz.
Primeras conclusiones
Un jugador
inteligente es aquel que posee un potencial biopsicológico para procesar
información, predominio hacia la inteligencia táctica, que se activa en un
marco cultural como es el rugby para resolver problemas que se le presenta en
las diferentes situaciones del juego.
Mientras que un entrenador inteligente es aquel que posee un potencial biopsicológico
para procesar información que se activa en un marco cultural para resolver
problemas.
Según esta teoría, todas las personas
disponemos de varios tipos de inteligencia, necesarias para nuestro desarrollo
personal, aunque no todas ellas se desarrollan del mismo modo en las personas.
En el entrenamiento el entrenador para lograr
un jugador inteligente debería buscar presentarles la mayor variedad de
escenarios posibles, los más parecidos al juego y que el jugador se acostumbre
a reflexionar siempre sobre lo hecho.
Entonces esto le permite al jugador ir
generando su propio análisis y sacar conclusiones que pueden servirles para
aplicar en futuras situaciones de juego.
El entrenador tendría que ir haciéndole
preguntas del tipo: ¿Por qué tomaste esa opción? y luego escucharlo. Poseer una
escucha activa y ser empático.
Prácticas inteligentes = jugadores
inteligentes
¿Es así?
Por eso en cuanto a la enseñanza como
entrenador debo tener en cuenta la utilización de distintas estrategias,
materiales, y recursos didácticos que cubran los perfiles de inteligencia de
nuestros jugadores/alumnos que facilitarán su aprendizaje.
Podemos introducir el concepto de
inteligencia deportiva. La misma debe ir encaminada hacia la competitividad del
atleta, en la adquisición y manutención de la forma deportiva de acuerdo con
los medios para tener respuestas oportunas y racionales a las situaciones que
se pueden presentar en la competencia.
Se tienen que cumplir tres principios para
poder promover esa inteligencia deportiva:
1.Principio de información plena, como
conocer las fortalezas y debilidades propias y de los adversarios.
2.Preparación adecuada, y
3.El factor sorpresa: Intentar hacer lo que
el contrario no espera que haga.
Por todo lo descripto podemos indicar que
nunca hay que dejar de aprender y la premisa fundamental es seguir formando a
todos nuestros entrenadores para que ellos generen jugadores inteligentes.
Cómo citar este
trabajo:
Bibliografía.
Del Pozo Roselló. M. (1999). Una experiencia a compartir. España: Edit.
Tekman.
Gardner, H. (2016). “La mente no escolarizada”. Buenos
Aires: Edit. Paidós.
Stone Wiske, Martha. (1999). La enseñanza para la comprensión. Buenos
Aires: Edit. Paidós.
Villepreux, P. (1995). Formación del rugby de
movimiento. Buenos Aires: Edit. Stadium.